Oh Jesús de dulcísima memoria, que nos das la alegría verdadera, más que miel y que toda otra cosa nos infunde dulzura tu presencia. No habrá canto más suave al oído, ni que grato resulte al escucharlo, ni tan dulce para ser recordado, como tú, oh Jesús, el Hijo amado. En Jesús se confía el que sufre, qué piadoso te muestras al que ruega, qué bondad en ti encuentra el que te busca, qué dichoso será el que te encuentra. No habrá lengua que pueda expresarlo, ni palabra que pueda traducirlo, pues tan sólo el que lo ha experimentado, es capaz de saber lo que es amarlo. Se Jesús nuestro gozo anticipado tu que un día serás también el premio y haz que solo se cifre nuestra gloria en la tuya sin limite y sin tiempo En Jesús se confía el que sufre ...