Viernes de la decimoctava semana de Tiempo Ordinario. La Transfiguración del Señor.

06/08/2021

PRIMERA LECTURA
Su vestido era blanco como nieve.
Lectura de la profecía de Daniel 7, 9-10. 13-14
Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él. Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 96, 1-2. 5-6. 9
R. El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R.
Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Porque tú eres, Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R.

Aleluya Mt 17, 5c
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Este es mi Hijo, el amado,
en quien me complazco.
Escuchadlo. R.

EVANGELIO
Este es mi Hijo, el amado.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les parecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús:
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedo grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.

Jueves de la decimoctava semana de Tiempo Ordinario.

05/08/2021

PRIMERA LECTURA
Brotó agua abundantemente.
Lectura del libro de los Números 20, 1-13
En aquellos días, la comunidad entera de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la enterraron.
Faltó agua a la comunidad y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo protestó contra Moisés, diciendo:
«¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él, nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos has sacado de Egipto para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano ni higueras ni viñas ni granados ni agua para beber?».
Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la entrada de la Tienda del Encuentro, y se postraron rostro en tierra delante de ella. La gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés:
«Coge la vara y reunid la asamblea, tú y tu hermano Aarón, y habladle a la roca en presencia de ellos y ella dará agua. Luego saca agua de la roca y dales de beber a ellos y a sus bestias».
Moisés retiró la vara de la presencia del Señor, como se lo mandaba. Moisés y Aarón reunieron la asamblea delante de la roca; Moisés les dijo:
«Escuchad, rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?».
Moisés alzó la mano y golpeó la roca con la vara dos veces, y brotó agua tan abundante que bebió toda la comunidad y las bestias.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Por no haberme creído, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los hijos de Israel, no haréis entrar a esta comunidad en la tierra que les he dado».
(Esta es Fuente de Meribá, donde los hijos de Israel disputaron con el Señor, y él les mostró su santidad).
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 94, 1-2. 6-7. 8-9
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.

Aleluya Mt 16,18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará. R.

EVANGELIO
Tú eres Pedro y te daré las llaves del reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Palabra del Señor.

Miércoles de la decimoctava semana de Tiempo Ordinario.

04/08/2021

PRIMERA LECTURA
Despreciaron una tierra envidiable.
Lectura del libro de los Números 13, 1-2. 25-14, 1. 26-30. 34-35
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés en el desierto de Farán:
«Envía gente a explorar la tierra de Canaán, que yo voy a entregar a los hijos de Israel: envía uno de cada tribu, y que todos sean jefes».
Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país; y se presentaron a Moisés y Aarón y a toda la comunidad de los hijos de Israel, en el desierto de Farán, en Cadés. Presentaron su informe a toda la comunidad y les enseñaron los frutos del país. Y les contaron:
«Hemos entrado en el país adonde nos enviaste; y verdaderamente es una tierra que mana leche y miel; aquí tenéis sus frutos. Pero el pueblo que habita el país es poderoso, tienen grandes ciudades fortificadas (incluso hemos visto allí hijos de Anac). Amalec vive en la región del Negueb, los hititas, jebuseos y amorreos viven en la montaña, los cananeos junto al mar y junto al Jordán».
Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés y dijo:
«Tenemos que subir y apoderarnos de esa tierra, porque podemos con ella»
Pero los que habían subido con él replicaron:
«No podemos atacar a ese pueblo pueblo, porque es más fuerte que nosotros».
Y desacreditaban ante los hijos de Israel la tierra que habían explorado, diciendo.
«La tierra que hemos recorrido y explorado es una tierra que devora a sus propios habitantes; toda la gente que hemos visto en ella es de gran estatura. Hemos visto allí nefileos, hijos de Anac: parecíamos saltamontes a su lado, y lo mismo les parecíamos nosotros a ellos».
Entonces toda la comunidad empezó a dar gritos, y el pueblo e pasó llorando toda la noche.
El Señor dijo a Moisés y Aarón:
«¿Hasta cuándo seguirá esta comunidad malvada murmurando contra mi? He oído a los hijos de Israel murmurar de mi. Diles: «¡Por mi vida!, oráculo del Señor, que os haré lo que me habéis dicho en la cara; en este desierto caerán vuestros cadáveres, los de todos los que fuisteis censados, de veinte años para arriba, los que habéis murmurado contra mí.
Según el número de los días que empleasteis en explorar la tierra, cuarenta días, cargaréis con vuestra culpa cuarenta años, un año por cada día. Para que sepáis lo que es desobedecerme”.
Yo, el Señor, juro que haré esto a la comunidad que se ha amotinado contra mi: en este desierto se consumirán y en él morirán».
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 105, 6-7a. 13-14. 21-22. 23
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas. R.
Bien pronto olvidaron sus obras,
y no se fiaron de sus planes:
ardían de avidez en el desierto
y tentaron a Dios en la estepa. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.

Aleluya Lc 7, 16
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo. R.

EVANGELIO
Mujer, qué grande es tu fe.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando»
Él les contestó:
«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acerco y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor.

Martes de la decimoctava semana de Tiempo Ordinario.

03/08/2021

PRIMERA LECTURA
No hay otro profeta como Moisés; ¿cómo os habéis atrevido a hablar contra él?
Lectura del libro de los Números 12, 1-13
En aquellos días, María y Aarón hablaron contra Moisés, a causa de la mujer cusita que había tomado por esposa. Dijeron:
«¿Ha hablado el Señor solo a través de Moisés? ¿No ha hablado también a través de nosotros?».
El Señor lo oyó.
Moisés era un hombre muy humilde, más que nadie sobre la faz de la tierra.
De repente el Señor habló a Moisés, Aarón y María:
«Salid los tres hacia la Tienda del Encuentro».
Y los tres salieron.
El Señor bajó en la columna de nube y se colocó a la entrada de la Tienda, y llamó a Aarón y a María. Ellos se adelantaron, y el Señor les habló:
«Escuchad mis palabras: si hay entre vosotros un profeta del Señor, me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños; no así a mi siervo Moisés, el más fiel de todos mis siervos. A él le hablo cara a cara; abiertamente y no por enigmas; y contempla la figura del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?».
La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó.
Al apartarse la Nube de la Tienda, María estaba leprosa, con la piel como a nieve. Aarón se volvió hacia ellas y vio que estaba leprosa.
Entonces Aarón dijo a Moisés:
«Perdón, señor; no nos exijas cuentas del pecado que hemos cometido insensatamente. No dejes a María como un aborto que sale del vientre con la mitad de la carne consumida»
Moisés suplicó al Señor:
«Por favor, cúrala».
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 50, 3-4. 5-6. 12-13
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre. R.
Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Aleluya Jn 1, 49b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Rabí, tú eres el Hijo de Dios
tú eres el Rey de Israel. R.

EVANGELIO
Mándame ir a ti sobre el agua.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36
Después que la gente se hubo saciado, enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.
Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡ Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! ».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron a todos los enfermos.
Le pedían tocar siquiera la orla de su manto. Y cuantos la tocaban quedaban curados.
Palabra del Señor.