El cortijo que blanqueaba entre dos palmeras y la fuentecilla era el más antiguo de la barriada
14:01 • 13 DIC. 2019 – LA VOZ – Especial 80 Aniversario
Era todavía no hace un siglo, un pequeño caserío diseminado por la llanura alta, que comienza donde termina el ingente macizo del Torrejón, las Puntas de La Garrofa y el Palmer, y desemboca la escarpada sierra de Enix, Casitas blancas, cuadradas, cobertizos y huertecillos al borde de la carretera, más acá y más allá, al filo de las ramblas y barrancos, protegidas por alguna cañada donde había alguna tierra de cultivo.
Lo demás todo campo, inmenso campo, que partiendo de las sierras oscuras del NO (Cerro de la Meseta), se extiende hasta la misma orilla del mar en una extensión de más de cien millas. En este dilatado terreno, que participa de regadío erial, secano y monte, aparecerían huertos cercados para la parra y el naranjo, sequías entre cañaverales, espesos bardales de pitas elevando sus bohordes como gigantescos candelabros …. leer más